El mundo más riguroso de la técnica pedagógica aborrece la narración pues ve en ella la sublevación de la consciencia. El campo más sofisticado de los métodos didácticos desprecia la sabiduría de lo vivido y esto porque planificar es la única certeza valida. El espacio más obtuso de lo curricular cree poseer la verdad y anula cualquier intento de literatura, en especial si somos los profesores quienes ocupamos el lugar del personaje. Los discursos más conservadores de la formación le tiran la puerta a quienes por algún designio de la vida ven en lo vivido la fuente del saber. El mundo de la narrativa escolar es la inteligencia necia del pedagogo. Y cierto, pedagogo no es aquel o aquella que habita en los métodos, ni en las técnicas y menos aún en los dispositivos, tampoco es el policía de las almas. El pedagogo es, si así lo convenimos, la memoria del primer pecado, los ojos del dolor, la nariz del sufrimiento, la boca del riesgo y, curiosamente, la caricia en el vacío. Los pedagogos vuelven, resisten, advierten, proclaman la inconsistente realidad entre lo divino y la maquina; su experiencia es el espejo del cual solo emerge una posible luz. De esto no conocen ni los expertos, ni los asesores y menos aún, los dirigentes magisteriales. Solo quien hace de la experiencia escolar la fuente de su saber, puede mirarse a los ojos así sea en un espejo. Haciendo esto, él vuelve a su pecado original: resistir contra la divinidad de la técnica
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- Tabla de contenido
- Prólogo. El espejo de nuestra condición
- La voluntad sometida al orden de la clase
- La básica primaria: entre religiosidad y aprendizajes
- Una niñez sometida a la voluntad de las religiosas
- La básica secundaria: ¿semejanzas o diferencias?
- Y… llegó el momento de la universidad
- El encuentro con la docencia en las instituciones educativas
- La disciplina en el aula: un reto... una apuesta
- La disciplina, una disputa entre heteronomía y autonomía
- Un estudiante en el vaivén. Dos corrientes
- Dos tendencias marcando el camino
- La disciplina de la obediencia ciega, un poco de historia
- La disciplina en el aula, un reto…una apuesta
- Los desafíos de enseñar la biología a niños que les gusta jugar fútbol y ver muñequitos
- La escuela de banquitos
- El viejo diccionario Larousse
- Mi querido INEM
- ¡Viene el biólogo, ¡viene el químico!
- Ella partió pronto de este mundo
- ¡Señor juez!
- ¡Atención¡
- La muerte me visitó
- Mi llegada abrupta a la universidad
- Contigo no
- El primer empleo
- ¡En Cartagena me quedo!
- Los nombres raros
- La revancha
- Profesor universitario
- La maestría en educación superior
- Los desafíos de enseñar la Biología
- Un alto en el camino
- Los niños siempre nos narran sus historias: lo más oculto de sus deseos
- Mis raíces
- Santa catalina: la tierra prometida
- Llegada a la escuela
- Galera zamba… una aventura para conocer el mar
- Ejercicio profesional: un nuevo encuentro con las narraciones de los niños
- Mi risa y mi tranquilidad vencen la resistencia de mis alumnos
- Mis orígenes y la educación de la época
- Mi infancia y el legado paterno
- Mi ingreso a la vida escolar
- La llegada a la secundaria en la Escuela Vocacional Agropecuaria, más tarde Instituto Agrícola
- Mi inicio como docente y dirigente del magisterio
- El cumpleaños de Zamira
- La risa, su impacto terapéutico y pedagógico
- La tranquilidad, buena consejera para los momentos difíciles
- Cuando mis alumnos no me entienden, siempre les repito: el cariño de la palabra
- Mi paso por la primaria
- Llegada a la secundaria
- Llegada a la universidad
- El llanto de Elena
- El joven pechón
- El niño del salón de al lado
- La insoportable levedad del docente
- Ubicación del texto en su contexto. La niñez: entre tumbas, miedos y confesiones
- Los movimentos de búsqueda. De la universidad a la vida laboral: entre saltos y asaltos
- Encontrase consigo mismo y distinto. Los mundos posibles en la docencia
- La escritura con sentido. La normal: el destino en que habitamos
- Escuchar para encontrar al otro. De regreso al liceo: el moho se fue apoderando de los escritores
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