La verdadera historia fundacional del «sur del mundo» no es la que cuentan los ocupantes de territorios tomados por la fuerza sino la de pueblos sin nombre, mimetizados con el paisaje o borrados por la lluvia y el musgo. En este libro hay un misterio, una niña que no conoció otra cosa más que el rencor, un padre ausente y un célebre escritor, que aparecen y desaparecen como en una obra teatral, y este paisaje conmovedor reúne los elementos fundamentales de este relato, situado a mitad de camino entre la ficción y la realidad en una ciudad que arbitrariamente se denomina Temuco, pero que bien podría llamarse Cantalao o Comala. Explorar en la conformación de una familia a partir del más ignorado de sus miembros resulta ser un símil, un arquetipo de cómo, desde las omisiones, es posible reconstruir una historia que nos conforma como individuos y como nación.