Es proverbial el atractivo que tienen los cerros de Valparaíso, así como sus callejuelas, rincones y casonas que, a veces cubiertas de zinc, aguantan las inclemencias de lluvias, incendios, termitas y temblores. En lo protagónico súmense los residentes que van por calles, pasajes, ascensores y viejas escaleras; tipos con apellidos y trazas europeas: españoles, ingleses, franceses, italianos, alemanes. Y, claro, también apellidos y rostros “chilenos”. Son los protagonistas de los cuentos que componen este libro, en los cuales el autor refleja las inquietudes y experiencias que comenzó a tener desde su llegada, en 1984, a esta ciudad tan merecidamente elogiada por su geografía, su clima y sus gentes.