«Estimado colega:
Consiéntanos darle las gracias por la fidelidad, la entrega y el entusiasmo de los que ha hecho gala durante estos años. No le olvidaremos. Por nuestra parte, le prometemos que su vida fuera de la empresa será maravillosa. Y como usted bien sabe, no hacemos promesas que no estamos convencidos de poder mantener.
Saludos cordiales»
Tras la marcha de la empresa del todopoderoso director de ventas, un gris empleado retoma uno de los más denostados cometidos de este: escribir las cartas de despido, supuestamente humanas e inspiradoras, a sus compañeros, quienes por los pasillos le llaman el Matarife mientras él recibe los elogios de una dirección demencialmente empeñada en purificar, recortar y producir.
Pero no solo retoma del exdirector su rol como liquidador..., también el de padre de sus hijos pequeños Martina y Federico, quienes trastocan sus costumbres y convicciones enseñándole los rituales tiernos y algo anárquicos de una dolorosa paternidad de emergencia. De esta forma también descubrirá que unos pocos instantes de felicidad pueden cambiar la lógica del rendimiento, los controles de calidad, los premios de productividad y la gestión de los recursos humanos.
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