¿Es posible aumentar la fauna de los sentimientos a pesar de la atención que la psicología les ha prestado en los últimos años? Belinda Cannone cree que sí y aísla una nueva figura de la intimidad: el sentimiento de impostura. Perfectamente diferenciado de la impostura como acción pública, la pregunta que se hace el yo que se siente impostor es: ¿merezco el lugar que ocupo en el mundo, en la sociedad? Las dudas que desde dentro corroen las certidumbres de la identidad alimentan un sentimiento que, a diferencia de la depresión —otro malestar característico de nuestra modernidad— no paraliza al yo, sino que lo empuja al esfuerzo y al riesgo. Es el deseo que anima a ser un poco mejor de lo que se era para merecer el lugar que uno ocupa. En los más de treinta breves capítulos que componen este libro, su autora analiza el sentimiento de impostura sirviéndose de ilustraciones tomadas de la literatura, el cine, la historia y la política, lo que le permite mostrar las múltiples configuraciones —amorosa, profesional, existencial— que puede adoptar ese difuso, a la vez que discreto, sentimiento en nuestra vida.