La aclamada segunda novela del escritor italiano Francesco Pacifico, ya calificado como uno de los de mayor talento de su generación, es de las que dejan huella en el lector gracias al estilo refinado y lleno de frescura y humor con que el autor ha delineado al protagonista de la historia, un personaje deliciosamente imperfecto y contradictorio, todo un antihéroe que desarma por la complejidad de sus argumentos y su obstinación por nadar a contracorriente y enfrentarse con el mundo que lo rodea.
Piero Rosini es el más joven de cuatro hermanos de una acomodada familia romana. Su padre es un hombre culto y liberal, sus hermanos viven sin ningún tipo de privaciones, y su hermana es una escritora muy respetada en los cenáculos literarios progresistas. Todo lo contrario de Piero, quien, militante del catolicismo conservador más intransigente, ha escogido una vida llena de sacrificios, desde el exiguo sueldo en la editorial religiosa donde trabaja hasta la renuncia a las comodidades de la vida burguesa y los placeres del sexo. Así pues, nada parece apartar a Piero de su camino de virtud hasta que, una noche, su mirada se clava en los virginales senos de su cuñada Ada, ejemplo vivo de castidad, imagen que desencadenará una obsesión potencialmente desquiciante. Al mismo tiempo, su última apuesta editorial, un ensayo muy provocador sobre el Papa Juan Pablo II, añadirá a su vida una tensión que le resultará casi insoportable y lo llevará a refugiarse nada menos que en París, capital de todos los vicios, donde una serie de nuevas amistades lo obligarán a cuestionarse sus férreas convicciones, con inesperadas y profundas consecuencias.
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