A partir de estas traducciones, Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925) inaugura, con ellas y con sus propias creaciones, una estilística para la poesía del amor y a su vez para la poesía política en Hispanoamérica, que, en verdad, corrió con mucha fortuna por el continente generando creaciones y tendencias más acordes con su época. Acertó con la lengua de su tiempo. Más realista y veraz, coloquial y sin tono heroico o epopéyico. Traducciones, más bien actualizaciones, versiones libres, que, según Ernesto Mejía Sanchez, se ubican "en la línea más alegre, agreste, incisiva e irónica del Catulo español de nuestro tiempo". Valoración que también podríamos hacer extensiva a las de Marcial.