Acaso una fábula del tiempo y de la huida, Toda la verdad exhibe los reversos de la soledad pero también de lo que esconde una industria editorial siempre dispuesta a fagocitar con un manto de banalidad todo lo que tiene cerca. La pericia narrativa de Becerra se fija en el movimiento de Miranda sin estridencias para plantear un escape que quizás sea imposible, apenas un modo fortuito de excavación al centro de uno mismo.