En 1898, tras una breve guerra con los Estados Unidos, España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En contraste con su formidable pasado imperial, iba a ser en adelante una nación modesta, sin apenas influencia en la vida internacional. El desastre del 98 provocó una profunda crisis de la conciencia nacional, al menos en el ámbito intelectual, anticipada en los años anteriores por Unamuno y Ganivet. Fue una intensa reflexión sobre la esencia de España que tuvo como manifestaciones el pesimismo de los hombres de la generación del 98 y la preocupación crítica - más cultural y aún política - de la generación del 14, la generación de Ortega y Azaña. Cristalizó así - al hilo de una producción literaria y ensayística de calidad excepcional - la idea de 'España como preocupación', de España como problema, una forma de meditación esencialista sobre la realidad española que iba, además, a impregnar decisivamente la vida intelectual del país (y, en parte, la vida política) a lo largo del siglo XX.