El instante erótico, la memoria, el juego intertextual y la conciencia del paso del tiempo trasluce en esta poesía sensual de cuerpos entrelazados, en una comunión hedonista con la naturaleza, en la cual palpita una fina sensibilidad orientada a la dimensión sensorial y a la experiencia táctil.
“La poesía de Alexander Selimov se inserta en una tradición que trasciende las fronteras culturales, nacionales y lingüísticas y se abre a una sensibilidad diferente y a una gnoseología de la realidad poética desde una identidad que sólo se puede definir como un puñado de arena en un puño cerrado que se escapa entre las hendiduras de los dedos. El presente volumen abre desde otra perspectiva insospechada una nueva línea de indagación acerca de esas identidades difusas propias de los contextos globales de hoy.”
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- Índice
- Prólogo. Hacia una poética de lo disperso. Amauri F. Gutiérrez Coto
- Sudores del otoño
- El aire
- Me rescatan
- Abro la ventana al tiempo
- Entro al dormitorio
- Tomo tu mano para indagar
- Las olas
- Siento que me derramo por minuto
- Se me ha pegado a los labios
- Quisiera
- El mundo opaco
- Con perfecta sonrisa nocturna
- Una luz en la oscuridad
- En una comunión
- Miradas que no se cruzan
- El surtidor lanza lirios
- Las palmas de mis manos y tu piel
- Pendular en la mañana
- Sentado sobre un sofá
- Te contemplo de espaldas
- ¿Quieres tomar el tren de primavera?
- Me gustaría invitarte
- Aves del paraíso
- Cuéntame tu vida
- ¿Recuerdas, como aquel día de antojo
- La luz cantada
- Me cansa esperar que me invites
- Quiero verte de nuevo en mi puerta
- Beber el sol, besar la lluvia
- El recuerdo de aquel diluvio nocturno
- Tú me llamas don Juan
- Qué muerte tan sencilla
- No dejes de soñar
- La súplica de la memoria anuncia
- Abrazo tu olor a ceniza
- Septiembres y octubres se deshojan
- Entre árboles, la hierba de verano
- Te fui ayer dos veces grato
- Los gorriones huérfanos
- Te desvaneces en las colinas de la memoria
- Me he enredado ya
- La hora se desgrana
- Cuerpos de invierno
- Estas cosas así
- El deseo se otoña en las tardes
- Me levanto
- Pido al viento
- ¿Qué hay entre la ausencia y la tarde?
- Salgo a la plaza solo
- Brotes y corolas
- Los párpados pesados
- Piedras preciosas me ofrecen una fuga
- Voy a comprar un manojo de estrellas
- Qué locura placentera
- Retrato de una antigua conciencia
- Yo tengo una sombra y es amiga
- No cuento con la permanencia
- Madrugada de mil senderos
- Cuerpos de sal
- En la orilla nocturna
- Alegra estar
- Barco velero
- ¡Oh, álzame en el aire
- Los mástiles solitarios del mar en celo
- Fiesta diaria
- La Habana
- El zar del ritual celeste
- La tarde se arrastra a paso lento
- No te afanes en aumentar angustias
- La brisa de la tarde se pasea por la piel
- Nunca se está solo en la Habana
- La madrugada
- En la estrecha franja de la playa
- Vuelvo a casa agotado
- Si Alberti volviera
- De noche, el mar sueña cuerpos
- Te escondes entre las ramas de jagüey
- ¡La Habana!
- El malecón me salva del naufragio
- Mañanas después del insomnio
- El malecón
- Confesor de poetas
- Depositario de tanteos
- Me franquean las puertas del confesionario
- Entro al confesionario
- Me cuenta una voz
- A través de los párpados cerrados
- Un reproche aterriza en mi conciencia
- Sin ir más lejos
- En un acto que limpia
- Me distrae el reclamo de otro libro