Todo comienza cuando el escritor recibe un paquete sin remitente y sin carta. Son papeles sueltos, dibujos y libretas con apuntes. Al no encontrar ninguna posibilidad de confrontar y entablar un diálogo, el escritor decide devolverlos, pero no hay remitente. Luego de varias lecturas, decide ordenar los fragmentos visiblemente salvados de la hoguera y compone una obra respetando los escritos de alguien que cuenta una y varias historias. Los fragmentos van formando el cuerpo de una confesión o de varias, que puede interpretarse como la autocritica del autor de esos escritos sueltos. Decker-Molina presenta «El eco de los gritos» como una obra literaria donde se mezcla la ficción con la historia. Alguien dijo: “Es la otra cara del heroísmo revolucionario”.