La lírica española del siglo XIX, con contadas excepciones, como la de Bécquer, no ha merecido la atención que la crítica ha prestado a otros periodos literarios o incluso a otras modalidades literarias del mismo siglo. Las consecuencias son evidentes. La mayoría de nuestros poetas decimonónicos permanecen en un limbo crítico alimentado de prejuicios e ignorancia. Sin embargo, la obra de Espronceda, de Bécquer o de Rosalía de Castro, los tres supervivientes de esta situación, no nace aislada del contexto cultural y literario. Es más, su originalidad solamente es valorable sobre ese fondo de autores y autoras que se enfrentaron a las ideas románticas, primero, y luego prepararon, con mayor o menor conciencia, el camino del simbolismo finisecular. Nicomedes-Pastor Díaz Corbelle (Viveiro, 1811-Madrid, 1863) es un poeta singular, y lo es en todos los sentidos que se le quiera dar a esa singularidad, incluidos el de su mérito como poeta o incluso cierta excentricidad funeraria y morbosa. Su romanticismo es más temprano que el de Espronceda. No incurrió en el historicismo romántico, tan popular entre los españoles, ni fue revolucionario al modo byroniano. Su nota más característica es una subjetividad alimentada en poetas como Lamartine o Hugo, lo cual no era tan frecuente como cabría esperar. Algo semejante sucede con su faceta teórica y crítica, que lo lleva a repensar constantemente su escritura. Por todo esto, y no sin contradicciones, Pastor Díaz ofrece una imagen de modernidad que le ha permitido ser considerado precursor de Bécquer y un primer eslabón en el camino real de la modernidad lírica española. Luis Caparrós Esperante (A Coruña, 1952) fue profesor de la Universidad de Valladolid entre 1976 y 1993. Desde 1993 es profesor titular de Literatura Española en la Universidad de A Coruña. Ha trabajado preferentemente sobre teatro español del Siglo de Oro y lírica contemporánea.