Honesta, fantasiosa y emotiva, una novela sobre el amor, la enfermedad y sus etapas y pesares.
Lily, una perrita salchicha de doce años, despierta una mañana con un pulpo en la cabeza. Eso, al menos, es lo que de golpe ve Ted, su atribulado amo, un joven gay y soltero que se ha embarcado en la difícil empresa de ser escritor en Los Ángeles y que es también el hilarantemente irónico y no del todo fiable narrador de esta novela. Como las cosas no le van demasiado bien y no puede abrirse a otra relación íntima tras la ruptura con su última pareja, Ted está amputado afectivamente: la única excepción a su soledad es la compañía a toda prueba de Lily, así que echará mano de todos los medios a su alcance para salvarla de los tentáculos del «pulpo», eufemismo que le permite suavizar la espantosa realidad de la enfermedad de su perra. Y es que Ted no quiere decir «tumor»: convertir la protuberancia en un octópodo le permite creer que así suavizará la virulencia del invasor.
A partir de entonces, la misión de Ted en el mundo será devolver el pulpo al océano del que ha salido, y se lo propondrá con una determinación tal que dejará de lado casi todos los demás acontecimientos de la vida y se asomará al abismo de la locura. Su imaginación desatada parece no conocer límites: tatuajes para ahuyentar al malvado visitante, una cita tras otra con contactos de páginas de internet, un pavo del Día de Acción de Gracias en junio en lugar de en noviembre...
Con una capacidad de fabulación sorprendente y un estilo ágil y cristalino, la voz de Steven Rowley, entre las más originales de la nueva narrativa norteamericana, enhebra una novela tierna y honesta, fantasiosa y emotiva, sobre el amor, la enfermedad y sus etapas y pesares, escrita con compleja sencillez y desarmante humanidad, que, por su hondura emocional y espíritu mágico, ha suscitado comparaciones con éxitos tan resonantes como El arte de conducir bajo la lluvia o La vida de Pi.