Cuento, pieza teatral o libreto de ópera, esta nueva obra de Claudio Magris, La exposición, pone en escena el destino minúsculo de un hombre -el pintor triestino Vito Timmel, que murió en un manicomio- y de su anárquico y regio temperamento autodestructivo.
Los trazos de su vida errante se reconstruyen a través de sus propias palabras y las de sus amigos, carceleros o voluntariosos enfermeros, camaradas de las tabernas o de los estudios de arte, personajes sanguíneos y enmascarados, mujeres amadas con pasión y perdidas con ferocidad, coros de voces y de cosas que dicen las verdades demenciales del mundo, en una forma que es al mismo tiempo triestina y universal, en la que reaparecen fragmentos y detritus de esa perdida cultura centroeuropea. Una Babel de lenguajes bajos y sublimes, en la que todos hablan y nadie escucha, una Babel concentracionaria (desde la celda del hospital psiquiátrico a la sala del museo) en la que irrumpen, entre los rasguños del dolor, una vaga y abierta felicidad, el encanto de un mundo libre y maravilloso, suspendido entre los restos de una vida acabada y el resplandor de un más allá.
Texto violento, visionario y tragicómico, La exposición es la historia, narrada como después de un diluvio, de un hombre que busca salvarse en el olvido y se debate en la contradictoria necesidad de matar el pasado y de hacerlo vivir, de amar la vida y de sofocar este amor que tanto dolor provoca, enfrentándose con la existencia a la vez fascinante e insostenible, con sus astillas de poesía y su tormentosa infelicidad.