«Me lo trajeron a casa una mañana de junio, degollado, descuartizado a hachazos como un cerdo. […] ¡Malditos sean los que le abrieron el pecho para arrancarle el corazón con las manos y patearlo como una pelota de trapo!» Con esta escena de furia arcaica se inicia el relato de Mintonia Savuccu, un ajuste de cuentas escrito al borde de la muerte para aliviar el dolor que la anciana no quiere sepultar en el olvido. El lector se ve inmerso en el mundo primitivo y salvaje de una Cerdeña que seguía cultivando sus demonios bajo la inclemente mirada del fascismo. Es allí donde Mintonia y Micheddu empiezan a amarse con la obsesiva urgencia de las pasiones infantiles y allí se buscarán sus cuerpos cuando él viva oculto en la montaña mientras ella pasa las horas atenazada por la angustia de saberlo acosado. El día en que lo matan, Mintoniadecide abandonar para siempre aquel país venenoso, pero antes debe administrar justicia cobrando una deuda que sólo se paga con sangre.
- Portada
- Dedicatoria
- Epígrafe
- Nota de la traductora
- 1. Me lo trajeron a casa una mañana de junio
- 2. A Itriedda Murisca le dio vueltas y más vueltas la cabeza
- 3. Nací el 21 de julio de 1915
- 4. Las casas de Taculè son como perdigonadas en la roca
- 5. Micheddu me sacaba tres años
- 6. Para nosotros, los de Laranei, el invierno era como un largo letargo
- 7. El día de mi primera comunión estaba más hermosa que un ángel
- 8. A Micheddu me lo enterraron como a un perro sarnoso
- 9. Mamá Narredda siempre me lo decía
- 10. En Taculè y Laranei las ilusiones cavan surcos hondos
- 11. Este hijo del bien y del mal
- 12. Una vez, cuando era pequeña, ayudé a un mirlo a volar
- 13. Daliu cumple años a mediados de agosto
- 14. Al podestá lo mataron por la tarde
- 15. En la época del bandidaje me acostumbré a vivir en soledad
- 16. Esa carne abandonada entre los cardos
- 17. A mediados de julio la señora Ruffina se marchó al continente
- 18. La noche de septiembre en que llamé a la puerta de Centini
- 19. El tiempo nos consume lentamente como cirios de iglesia
- 20. Itriedda se despertó cuando ya había oscurecido
- Glosario
- Notas
- Sobre el autor
- Créditos
- Colofón