Lo que aquí encontramos no son tres mujeres sino toda una galaxia comprimida en pocas páginas y muchos versos perfectamente ordenados; versos que a veces se afilan como cuchillos; versos que saben de naturaleza (de sal, de ciudades, de amanecer); versos que, en definitiva, saben de feminidad y también de pérdida. Pero insisto: lo que aquí encontramos no son tres mujeres sino un solo hombre que las mira atento para poder cazar las palabras exactas que las definan. Y esas palabras son varias, y se repiten a lo largo de los zigzagueantes textos como si de una invocación se tratara: pájaro, hormiga, luna, piel, mar, mar, mar. (Luna Miguel).