Había dos normas fundamentales para cualquier policía: no investigar a un compañero y no enamorarse jamás de un compañero.
La sargento Carrie McCall iba a romper la primera norma del cuerpo, pues tenía la misión de investigar al sargento Lincoln Reilly. A pesar de su brillante historial, había pruebas circunstanciales que sugerían que Reilly mataba a delincuentes ya absueltos con la frialdad del peor asesino.
Además, Carrie debía tener mucho cuidado con la segunda norma, porque tenía que hacerse pasar por su amante. Reilly era un seductor infalible, y con ella parecía estar dispuesto a todo. Así que Carrie tendría que poner en práctica todo lo que había aprendido para ser una buena policía... o poner en peligro algo más que aquella misión...