Una ligera brisa puede empujarte muy lejos.
Un divorcio y todo lo que trae consigo puede saturarte hasta el punto de sentir la necesidad de escapar e irte lejos, muy lejos. Pero no siempre es necesario hacer las maletas y trasladarte a la otra punta del país. A veces, con fijar tu residencia en una urbanización apartada en la que no parece pasar nada interesante, centrarte en tu trabajo y seguir con tu vida, es suficiente.
Sandra cree que en su nueva casa lo tiene todo bajo control. Allí, lejos de su ex, de su familia política y de los que creía que eran sus amigos, espera comenzar de nuevo. Y, en realidad, parece tenerlo todo muy bien planificado. Su hija ya ha comenzado la universidad y ella tiene todo el tiempo del mundo para escribir… Hasta que un buen día alguien ocupa la casa de al lado y el castillo de naipes en el que vive se desmorona.
David, atractivo y encantador, consigue que Sandra vuelva a darse cuenta de que en el mundo hay algo más que personajes de libros.