Junto a él pasó noche tras noche en vela...
Lo último que Sam deseaba era tener a un desconocido en casa durante tres meses. Quizá tuviera que compartir su espacio con David, pero no tenía la menor intención de perder su tiempo con él. Pero David siempre estaba allí; enfadándola y haciéndola reír y divertirse más que en toda su vida...
Y, durante las largas noches sin dormir, enseñándole cuánto la deseaba. Sam no quería enamorarse, pero los encantos de David estaban consiguiendo poco a poco derrumbar todas sus defensas. Y en tres meses él se habría ido... ¿o no?