Las palabras expresan lo que en nuestro mundo interior hay de convencional. Cuando se tiene algo importante que decir, lo sensato es callarse y esperar. Las ideas brillantes, las intuiciones geniales no son hijas de la prisa, ni de las situaciones cotidianas surgen de manera espontánea. El espíritu de sistema, el ejercicio del criterio, el conocimiento del pasado filosófico, la soledad, y el silencio que de ella emana, son condiciones indispensables en la búsqueda de la certeza y la claridad de pensamiento.