Sin escucharnos ni entender, lo damos todo si nos parece lo correcto. ¿Luchamos por lo que amamos?
Abel sufre de un mal que él llama «mal de Abel». Nunca ha compartido con nadie su inquietud por ignorancia, miedo o vergüenza. Poco a poco, empeora y con el tiempo entiende que el «mal de Abel» le ha cambiado y también su vida de una manera asombrosa, que Abel intenta asumir con todas las consecuencias.