Cubrió sus oídos con sus brazos para no escuchar el ruido de la muerte.
Catalina llega a vivir a la ciudad de México y en una fiesta conoce a Gabriel, hombre carismático a quien rodea un halo de misterio que la intriga. En muy poco tiempo ella permite que se mude a su casa, porque «Gabriel tenía una cualidad rara, una especie de desenfado, de ausencia de artificio, de ternura elemental que la atraía y la hacía sentir bien, casi feliz», nos dirá la protagonista y narradora de esta historia.
Son tiempos de cambios profundos; el país se sacude en su intento de transitar a la democracia. Gabriel resulta ser un dirigente social que participa activamente de este proceso, aunque Catalina siente que oculta algo oscuro en su pasado y trata de descubrirlo, pero su amor por él la lleva a desistir de su intento. Sin embargo, la verdad va saliendo a la superficie como los restos de un naufragio.