Por siempre serás un residente temporal, si tu país dejó de existir.
Un día cualquiera de marzo de 2018, el narrador de esta historia aguarda por el autobús que lo llevará desde San Francisco de Macorís a Santo Domingo, donde tramitará su carnet de residencia. Las noticias que observa esa madrugada en la televisión, acerca de la desesperante situación de quienes abandonan Venezuela a pie y que deben pernoctar en calles o campos de refugiados, lo hacen reflexionar sobre qué pasó en Venezuela.
Mientras recorre un azulísimo Santo Domingo, continúa meditando sobre cómo la historia nacional,el caudillismo militar, el populismo, la irresponsabilidad de las élites y su incapacidad para construir acuerdos, el resentimiento y la ceguera de un líder obtuso y anacrónico, contribuyeron con el proceso —quizás imperceptible e inexplicable para muchos— de destrucción de Venezuela. Imperceptible porque fue un proceso de destrucción diluidoen el tiempo; casi 22 años del chavismo en el poder, e inexplicable, porque no se puede entender cómo unos gobernantes pudieron ser capaces de destruir a su propio país, beneficiandoa otros, Cuba, principalmente. Incomprensible también es, quizás imperdonable, que la oposición al chavismo y lo que este representa, permanezca desunida ante tal desastre.
Permiso de residencia temporal es una narración que mezcla el ensayo, la autobiografía y la crónica de viajes, que explica, además, cómo esta paulatina devastación fue echando del país a millones de venezolanos, dejando en ellos sentimientos partidos sobre sus querencias, familias y un país que dejó de existir. O tal vez, ¿Un país que nunca fue?