Una oda a la ausencia.
Escribir en nuestros tiempos, donde prima lo audiovisual, debe ser considerado un acto de rebeldía y hacerlo de forma desnuda, directa y transparente, como nos muestra la autora, también puede ser un acto de amor al amor. Teniendo en cuenta que muchas veces asumimos los cuerpos físicos como templos vacíos para ser admirados desde afuera, con la ausencia, esos cuerpos son llenados con emotividad, con recuerdos de momentos vividos y con fantasías que recreamos constantemente para atesorar esas memorias que pasan a formar parte de nuestras vidas. Es un llamado a ese amor pasional, al amor que ya se fue, al amor que esperamos, al amor idílico y muy ciertamente al amor que merecemos.
La Lisandra que conoceremos a través de su poesía en prosas es un reflejo de su reflejo sobre espejos paralelos en los que con cada capa se torna más compleja de descifrar, pero de la que de algún modo seremos cómplices y cuyoreflejo podría volverse el nuestro.
Dayana Jiménez Caraballo (Madrid, España).