En esta, su primera colección de poemas, Gerard Bertran Burgueño ha seguido con éxito los pasos necesarios para hacer una buena fogata poética: ha cavado un hoyo (ha tomado la determinación de convertirse en poeta y esta publicación y su reciente XIV Premio de Poesía Antonio Gala implican un buen hoyo del que, felizmente, ya no podrá salir); ha rodeado la fogata con unas contundentes y sólidas lecturas; ha dividido el material inflamable en tres partes, para que respire, y ha preparado una pila de yesca en la que no falta la aguda observación de lo cotidiano, la ironía, la incertidumbre del joven poeta y la osadía del primer libro. No será difícil que este poemario prenda en ti, querida lectora, querido lector, y puede que lo haga sin que te des cuenta pues, como dice uno de los versos más hermosos (y hay muchos): “las flores arden en silencio”. Gerard Bertran Burgueño tiene un gran futuro como poeta, lo demuestran estas llamas, lo ratifica el calor de esta primera luz.
Ben Clark
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- Índice
- I. Poemas del fuego
- Nombre
- Astronomía
- Las ruinas
- Arde el paisaje
- Casa
- El crepúsculo
- El descubrimiento
- La primera vez
- Pueblo
- Insecticida
- Despedida
- Siempre
- II. Mal oficio
- Mal oficio
- Galanes graciosos
- Jeff Buckley
- Los poetas viejos
- Las rocas
- Inauguración de un puente
- Los mapas viejos
- Casa de acogida
- Training day
- Piedras
- Reclamo
- Comensales hambrientos
- Limpieza
- Mal oficio
- III. Salvaje
- Nacimiento
- Salvaje
- Twin Peaks
- La inspiración
- En la hierba
- Jugadores
- Para convertirse en experto
- Bibliotecas
- Hoy
- Nada
- Cowboys
- Manifiesto