La fotógrafa Julia Guzmán aparece muerta en su casa. Su autorretrato, una nueva versión de Antígona, que aparece tras el papel pintado de su dormitorio y las razones que la llevaron a morir, son los enigmas que se mantendrán a lo largo de la novela, sostenidos por un lenguaje transparente y preciso que aspira a revelar lo esencial que se escapa. Cada uno de los capítulos constituye un punto de vista distino y una indagación sobre Julia y sus fotos. Y un intento de respuesta para cada uno de los personajes que la conocieron.