Rosalía de Castro (1837-1885). España. Nació en Santiago de Compostela, hija de padres desconocidos. En su infancia demostró buenas actitudes para el arte. Se casó con Manuel Martínez Murguía, erudito cronista gallego y tuvo seis hijos. Rosalía nunca disfrutó de una buena salud. Murió de cáncer a los cuarenta y ocho años en su casa de Padrón. Todos sus hijos habían muerto antes que ella.
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- Sumario
- Presentación
- Orillas del Sar
- Los unos altísimos
- Era apacible el día
- Una luciérnaga entre el musgo brilla
- Adivínase el dulce y perfumado
- Candente está la atmósfera
- Un manso río, una vereda estrecha
- Detente un punto, pensamiento inquieto
- Moría el Sol, y las marchitas hojas
- Del rumor cadencioso de la onda
- Margarita
- Sedientas las arenas, en la playa
- Los tristes
- Los robles
- Alma que vas huyendo de ti misma
- Cuando recuerdo del ancho bosque
- Del antiguo camino a lo largo
- Ya duermen en su tumba las pasiones
- Creyó que era eterno tu reino en el alma
- Ya siente que te extingues en su seno
- No subas tan alto, pensamiento loco
- ¡Jamás lo olvidaré...! De asombro llena
- Unos con la calumnia le mancharon
- En su cárcel de espinos y rosas
- Ya no mana la fuente, se agotó el manantial
- Cenicientas las aguas, los desnudos
- Era la última noche
- ¡Volved!
- Camino blanco, viejo camino
- Aún parece que asoman, tras del Miranda altivo
- Cerrado capullo de pálidas tintas
- En sus ojos rasgados y azules
- Fue cielo de su espíritu, fue sueño de sus sueños
- Te amo... ¿por qué me odias?
- Nada me importa, blanca o negra mariposa
- Muda la Luna y como siempre pálida
- Nos dicen que se adoran la aurora y el crepúsculo
- Una sombra tristísima, indefinible y vaga
- Las canciones que oyó la niña
- Su ciega y loca fantasía corrió arrastrada por el vértigo
- En el alma llevaba un pensamiento
- Cuando en las nubes hay tormenta
- Desbórdanse los ríos si engrosan su corriente
- Busca y anhela el sosiego...
- Aturde la confusa gritería
- Cuando sopla el Norte duro
- De la vida entre el múltiple conjunto de los seres
- Quisiera, hermosa mía
- En mi pequeño huerto
- Todas las campanas con eco pausado
- Siente unas lástimas
- De la noche en el vago silencio
- A la sombra te sientas de las desnudas rocas
- En los ecos del órgano o en el rumor del viento
- Santa Escolástica
- Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros
- Cada vez que recuerda tanto oprobio
- Recuerda el trinar del ave
- Del mar azul las transparentes olas
- Si medito en tu eterna grandeza
- Los que a través de sus lágrimas
- Mientras el hielo las cubre
- Pensaban que estaba ocioso
- Brillaban en la altura cual moribundas chispas
- Son los corazones de algunas criaturas
- Al oír las canciones
- Vosotros que del cielo que forjasteis
- A la Luna
- Yo en mi lecho de abrojos
- Con ese orgullo de la honrada y triste
- Viéndome perseguido por la alondra
- De repente los ecos divinos
- Si al festín de los dioses llegas tarde
- La palabra y la idea... Hay un abismo
- Los muertos van de prisa
- A sus plantas se agitan los hombres
- Era en abril, y de la nieve al peso
- Prodigando sonrisas
- Las campanas
- En la altura los cuervos graznaban
- Ansia que ardiente crece
- Aunque mi cuerpo se hiela
- A las rubias envidias
- De este mundo en la comedia
- Triste loco de atar el que ama menos
- Justicia de los hombres, yo te busco
- Sed de amores tenía, y dejaste
- Sintiéndose acabar con el estío
- Una cuerda tirante guarda mi seno
- ¡No! No ha nacido para amar, sin duda
- Al caer despeñado en la hondura
- Desde los cuatro puntos cardinales
- Aún otra amarga gota en el mar sin orillas
- En incesante encarnizada lucha
- Glorias hay que deslumbran, cual deslumbra
- ¡Oh, gloria!, deidad vana cual todas las deidades