La construcción de la paz constituye el reto principal de la historia, como supo la tradición bíblica, abierta al Shalom escatológico. Esa paz no es un punto de partida al que debemos volver, ni un paraíso del que un día hemos caído, ni es tampoco una simple experiencia interior de libertad espiritualista, sino una tarea exigente y arriesgada de los hombres. Ella depende de los hombres pero, al mismo tiempo, les desborda y sobrepasa, situándoles más allá de las posibilidades racionales que ofrece un sistema organizado con la lógica actual de mercado, con sus poderes económicos y sociales. Los cristianos afirman que el futuro de la paz se ha iniciado por Jesús y así han elevado su Iglesia como signo y principio de reconciliación universal, pero ella misma parece muchas veces dividida, casi inmersa en las luchas de la historia. Desde ese fondo he planteado nuevamente el tema, dividiéndole en tres partes. (1) Situándome en una perspectiva occidental, he recogido de nuevo la propuesta ilustrada de Kant, para destacar sus aportaciones y sus límites. (2) He fijado después la situación de nuestro tiempo, acabado un ciclo de ilustración, con las nuevas posibilidades de diálogo mundial y con los riesgos, también nuevos, de disgregación y violencia sin fin que parece ofrecernos. (3) Finalmente, volviendo de nuevo a los grandes maestros judíos de la actualidad, me he situado en el centro del mensaje cristiano, para descubrir y trazar su sentido, en perspectiva de esperanza. He desarrollado los temas de un modo teórico, a partir de una razón argumentativa, pero he tenido en cuenta otros elementos, de experiencia y compromiso mesiánico, con los que culmina este trabajo.