Lucy Snowe, sin familia, sin dinero, sin posición, entra a trabajar en un internado en una ciudad extranjera, Villette. No ser advertida, ni recordada, ni apreciada, ser «una necia mosca» o «una sombra», aislada y sin lugar, constituyen su presente y, según cree, su destino. Sus únicas compañeras son las personificaciones que adopta su interior: la Memoria, la Imaginación, el Vacío, la Desesperanza, la Razón. «Pero, es usted alguien?», le pregunta una de las alumnas.
En el internado su identidad se ve sometida a inquisición. Madame Beck, la directora, la sujeta a sus consignas: espionaje y vigilancia; Ginevra Fanshawe, una coqueta que jura que jamás será la mujer de un burgués, la escarnece o adula, caprichosamente; el doctor John, joven y apuesto, seductor y melancólico, cree que está enferma; el profesor Paul Emanuel, un «severo hombrecillo» que oculta, bajo su temperamento colérico, un corazón sacrificado, dice haberla conocido desde el primer momento en que la vio; incluso un fantasma –el de una monja que se recluyó por un amor prohibido- la acosa y aterroriza.
Villette (1853) fue la última novela de Charlotte Brontë, construida sobre sus recuerdos como alumna y profesora de un internado en Bruselas. Como las demás, describe el camino de una mujer dispuesta a pagar «el precio de la experiencia» con tal de crear un mundo que pueda llamar suyo. Y lo hace con su prodigioso don para «el lenguaje escrito», el único que permite «ex-presar lo que unos labios temblorosos no logran decir».