«La novela demuestra sobradamente su merecida pertenencia a la narrativa inglesa decimonónica. José María Guelbenzu, Babelia, El País.
La formación de una marquesa (1901) está vista a través de los ojos de una narradora que, al contrario que su protagonista, no cree en los cuentos de hadas y analiza mordazmente tanto sus sueños como sus pesadillas. El resultado es una novela tensa, sorprendente, «con un toque de la adusta falta de sentimentalismo de Edith Wharton» (The Guardian).
Esta singular novela de Frances Hodgson Burnett, una de las favoritas de Nancy Mitford, empieza como La Cenicienta y termina como Rebeca. Emily Fox-Seton, que se gana la vida haciendo encargos para las damas de la alta sociedad y vive –a sus treinta y cuatro años– en una pensión de tercera categoría, cautiva contra todo pronóstico a uno de los mejores partidos de toda Inglaterra, el marqués de Walderhurst. El marqués no es un hombre romántico: «No tengo disposición al matrimonio –le dice– pero tengo que casarme, y usted me gusta más que cualquier mujer que haya conocido». Una vez instalados en la gran mansión de Palstrey Manor, Emily tendrá ocasión de conocer la otra cara del final feliz: no contaba con que se ha interpuesto en los planes de unos siniestros parientes de su marido venidos de la India, que esperaban heredar.