Este libro se inspira en los debates y controversias en los que suelen enfrentarse dos posiciones. Unos dicen que hay que tomar a las personas como realmente son, con sus virtudes y defectos, y no como idealmente deberían ser, según determinadas concepciones éticas o religiosas. Otros responden que una vida sin ideales no es digna del ser humano, y que por lo tanto hay que esforzarse por realizar una vida plena y luchar contra todo aquello que nos aleja de ella. Por lo tanto, las reflexiones que contiene se orientan preferentemente por las siguientes preguntas: ¿es efectivo que el reconocimiento de la realidad imperfecta de los seres humanos debiera llevarnos a aceptar que las normas que regeulan la sociedad sean más permisivas o moralmente indiferentes? O, por el contrario, ¿el énfasis en los ideales debe llevarnos a desconocer las condiciones concretas y cambiantes en las que se desenvuelven las personas y las limitaciones que muchas veces solo pueden ser superadas por individuos excepcionales? ¿Hay que optar entre la resignación y el elitismo moral, o existe otra posibilidad que tome en cuenta al ser humano tal como efectivamente es y al mismo tiempo le permita orientar su vida hacia la plenitud?