En el año 2002, en las tierras de la Araucanía, el autor comenzó a gestar este poemario, su primer trabajo público, que acerca al lector a una poesía prolijamente descriptiva, cautivante en sus temas y que rescata, en cada verso, un imaginario de sensaciones delicadas pero a la vez intensas,
que mueven al autor.
«En este, su primer poemario editado, el asombro y el oficio se abren de par en par y reciben los ecos y ondulaciones de tantas resonancias dictadas por el paisaje, por las añoranzas, por los mayores, por las estaciones, por la inquietante extrañeza de objetos que habitan y nos habitan desde las cotidianeidades plenas de sentido y salvadas desde el anonimato por la palabra, esa que va poblando de nombres el silencio, como quería Ungaretti.
El poemario sorprende por una visión entusiasta, auroral, no amordazada por peticiones de principios: la voz del poeta se agolpa en el lienzo de la página para descargar su universo afectivo con la serenidad que le da el mostrarse fiel a sí mismo, sin imposturas, curtido quizá por el magisterio de Gabriela Mistral, al que no le rehúye homenaje».
Armando Roa V.