Escrito a principios de la década de 1990 y subtitulado historia de una impostura, el ensayo aborda más de cuarenta años de una novelística tutelada ideológicamente, que nos alejó de las corrientes en boga en Europa, pero en la que, pese a todo, brillaron nombres aislados. Es también un ajuste de cuentas personal con el pasado, con un debate que se cerró en falso, el que en los años sesenta y setenta del siglo XX enfrentó a los abanderados del “realismo social” y a los defensores de un “realismo total”, entre ellos el propio Manuel García Viñó, con su propuesta de un realismo más intelectual e imaginativo. Ninguno de los dos “realismos”, por diversos motivos, se ganó a los lectores, pero en décadas siguientes la segunda de las corrientes fue excluida de los medios de comunicación y de la historiografía académica, por razones ajenas a la calidad literaria.