¿Sabía usted que, igual que hoy en España existe un banco malo, en su día creamos una eléctrica mala? ¿Que, tal como hoy rescatamos las autopistas privadas arruinadas, hace tres décadas corrimos en auxilio de las centrales nucleares? ¿Que los días de nervios, confusión, caídas en bolsa y pérdidas millonarias alrededor de Bankia ya se vivieron, casi paso por paso, en la caída de la eléctrica Fecsa? ¿Que, igual que las últimas reformas educativas estrangulan a la escuela pública para dar oportunidad de negocio a la privada, otro tanto hicieron varios Planes Energéticos Nacionales con la instalación de centrales térmicas? ¿Que la liberalización del sector eléctrico, cuyo precio aún pagamos, se defendió con, palabra por palabra, las mismas falacias con que hoy se aboga por la privatización de la sanidad?
El sector eléctrico español es un ejemplo de manual de lo que sucede, y cómo sucede, cuando se deja en manos privadas un sector estratégico. El resultado final es tristemente conocido; los métodos (marco discursivo, argumentos concretos y maniobras) que usaron entonces las elites económicas y políticas, no tanto. Es de interés recordarlos ahora que esas mismas elites pretenden hacer algo equivalente, y de idéntica forma, con otros sectores clave como la sanidad o la educación.