Maese Alfredo L'Ambert, antes de recibir el golpe fatal que le obligó a cambiar de narices, era sin duda alguna el notario más notable de Francia. En la época aquella contaba treinta y dos años; era de elevada estatura, y poseía unos ojos grandes y rasgados, una frente despejada y olímpica, y su barba y sus cabellos eran de un rubio admirable. Su nariz (la parte más prominente de su cuerpo), se retorcía majestuosa en forma de pico de águila. Una disputa en la alta sociedad parisina, sin embargo, obligará a Alfredo L’Ambert a poner en juego todos sus principios. Esta es la historia de una pequeña tragedia humana, contada con hilaridad, humor negro e ironía.