En “Los espectros”, Leonidas Andreiev nos traslada a un apacible sanatorio ruso, en el que conviven el elegante Pomerántsev, subjefe de la administración que cree volar con san Nicolás curando a los enfermos; Petrov, obsesionado con llamar a todas las puertas hasta que le abran; el doctor Sheviriov, que dirige la institución con mano compasiva, cuando no está tomando champán en los salones burgueses de la ciudad, o la triste y tímida enfermera enamorada de él.