En los últimos cinco años, Israel ha orquestado tres grandes ataques contra los cerca de dos millones de palestinos atrapados en la Franja de Gaza. En conjunto, la Operación Plomo Fundido (2008-2009), la Operación Pilar Defensivo (2012) y la Operación Margen Protector (2014) han acabado con la vida de tres mil setecientos palestinos. Por el contrario, en estas invasiones pereció un total de noventa israelíes.
A la vista de estas cifras, se ha dicho a menudo que la sucesión de ataques, tremendamente desproporcionados, era delirante y patológica. Los políticos israelíes, lejos de desalentar este tipo de percepciones, las han difundido activamente. Tras los ataques de 2008-2009, la por entonces ministra de Asuntos Exteriores de Israel, Tzipi Livni, alardeaba: «Israel ha hecho gala, durante la reciente operación, del auténtico hooliganismo que le exigí». Sin embargo, como bien señala Norman G. Finkelstein en este conciso y clarividente libro, si examinamos de cerca los motivos últimos de Israel, descubriremos que su repetido recurso a la guerra más salvaje dista mucho de ser irracional. En realidad, los ataques de Israel han sido diseñados para sabotear un posible compromiso de paz con los palestinos, aun cuando los términos de este le favorezcan ampliamente.