"Hundida parecía en la bruma del ensueño la virgen calumniada;
meditaba bajo el ala del dolor;
la tristeza le formaba un halo extraño;
al paso de los pensamientos dolorosos por su cerebro, su
frente se obscurecía como si grandes pájaros mudos extendieran
sobre ella las alas silenciosas;
entrecerrados los párpados, luminosa la pupila glauca, su
mirada exploraba el lejano país de los recuerdos;
y evocaba el pasado, con el dolor de las tristezas irremediables;
con la profunda nostalgia de los desterrados del Eterno Paraíso,
y contemplaba en la memoria el reflejo de esos últimos
días de su vida, con la insaciable avidez con que los tísicos, fatalmente
condenados a la muerte próxima, miran desde la playa
saludable en donde arrastran su agonía, esa fiesta de luz y de
colores de los largos y casi interminables crepúsculos de julio"