¿Qué sucede cuando la mirada de un poeta se posa sobre un lienzo, sobre una estatua?
En sus años de madurez, Luis Cernuda compuso un puñado de textos en que la descripción es a la vez el medio y el objeto de una poesía que podría calificarse de meditativa. Tres de esas composiciones, «Ninfa y pastor, por Tiziano», «Retrato de poeta» y «Escultura inacabada», constituyen lo que se ha llamado la «suite ecfrástica» del poeta sevillano, tres textos que se abren al diálogo con otros tantos artistas (Tiziano, El Greco, Miguel Ángel) y con una constelación de composiciones visuales y literarias: el poema «Musée des Beaux de Arts» de W. H. Auden, los versos de Fray Hortensio Félix Paravicino, los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, la poesía de los metafísicos ingleses y de T. S. Eliot.
¿Qué sucede cuando la mirada de un crítico se posa sobre la mirada de un poeta que contempla la obra de un artista? Victoria Pineda se acerca a la poesía de Cernuda por la senda de la tradición retórica desde la perspectiva teórica de la écfrasis («the poetic description of a pictorial or sculptural work of art», según la clásica definición de Leo Spitzer) y el marco conceptual del exemplum (la evocación de algún dicho o hecho conocido) para proponer la categoría sintética de la écfrasis ejemplar. En los versos de Cernuda, la voz que describe apunta a emocionarnos, a enseñarnos algo sobre el mundo y sobre nosotros. Palabras que pintan imágenes, imágenes que enseñan conceptos, conceptos que desvelan afectos, en un juego circular en que los ojos del poeta miran por nosotros como si a ver un pensamiento nos llamaran.