Desde los griegos hasta nuestros días se fue desarrollando la idea de que, por una parte, el historiador es un espectador del pasado y, por otra, que la visión de mundos desaparecidos a través del estudio de las ruinas, los fragmentos de todo tipo y las lecturas de libros en desuso o documentos rescatados es la tarea que lo define. El historiador del siglo XXI, sin embargo, labora bajo la forma de la melancolía, preso de la sensación de pérdida del sentido y la percepción del futuro; la historia ya no es aquel gran discurso que vinculaba sociedad con estado e integraba el núcleo duro de la ideología. Antes bien, las tramas cognitivas –económicas, jurídicas, técnicas o militares– crean un sistema de información propio, ante el cual la reflexión histórica profunda, planteada desde el libro de autor, acaso pueda ofrecer un contrapunto crítico, no necesariamente articulado ya en un discurso integral. Historia y melancolía recorre un vasto catálogo de las cuestiones que han interpelado a José Carlos Bermejo a lo largo de su trayectoria. De la naturaleza de los textos hagiográficos y el tráfico de reliquias medieval al mito jacobeo en la Galicia tardorromana, de la mitología del mar en la Grecia antigua a las relaciones entre religión, tortura y ciencia en la Francia del siglo XVI, pasando por la disputada herencia de Foucault o lo artificial del discurso histórico, esta espléndida obra se proyecta, también, bajo el signo de la melancolía.