Rembrandt fue un artista revolucionario porque creó una nueva forma de pintar (y de ver) que puso fin a las normas y concepciones previas sobre este arte. Su obra fue producto de una actitud radical y crítica con la revolución política y social que tuvo lugar en la Holanda del siglo XVI y que probablemente hizo posible la primera sociedad propiamente capitalista del mundo. En sus pinturas puede leerse todo ello.