Alguien tiene que perder reúne dos nouvelles: «La senda de David» y «Como pez fuera del agua». La primera historia parece pertenecer a la familia de El miedo a los animales, de Enrique Serna, o Los juegos, de René Avilés Fabila, novelas en torno al ámbito literario-intelectual. Gándara no recurre tanto como aquellos a la ironía. Juega, eso sí, con estereotipos: los consabidos arribistas de la cultura oficial; el escritor mediocre que escribe para vender; el académico en ciernes que descubre al talento subestimado y lo utiliza para ascender en la burocracia universitaria; el escritor frustrado (y alcohólico) que dirige talleres literarios para despistados; los críticos, pupilas, lamebotas, dirigentes culturales, rectores y demás fauna que, lejos de contribuir al arte y a la difusión de la cultura, y a expensas de cargos, becas y salarios de escándalo, son larvas parasitarias de círculos determinados de poder.
La intrusión del lector en este mundo tiene lugar a través de un escritor llamado David Reynosa, que solía ser ingeniero químico y (he aquí el elemento sublime de la trama) decide convertirse en escritor tras leer Don Quijote de la Mancha. Es decir: enloquece. Literalmente. Los molinos de viento contra los que ha de pelear Reynosa son su nulo talento y la hiedra de egos y pasiones con los que habrá de lidiar. No se trata del drama de un escritor de talento, forzado a bregar en la inmundicia y la mediocridad de las instituciones, sino de un mediocre más que, por ventura, encuentra su lugar en esa comedia de enredos.
La segunda historia, «Como pez fuera del agua», no tiene ningún punto de contacto con la primera, salvo una variante en la condición looser de sus personajes. Aquí no existe un protagonista, sino muchos. Tienen en común ser extranjeros en Barcelona e ingeniárselas, día con día, para pasar desapercibidos ante las autoridades migratorias, mientras intentan legalizar su situación. En medio de esta variopinta colección de sudamericanos, árabes y africanos, destaca un mexicano que parece europeo y al que los demás ven como extraterrestre, pues en vez de hablar de pirámides, refiere al desierto y a las figuras de palo fierro. Es que se trata, como el propio autor de Alguien tiene que perder, de un sonorense. Este personaje representa esa clase de mexicano que los mismos mexicanos desconocen y/o menosprecian. En realidad, todos los personajes que Gándara desarrolla hábilmente en esta pequeña pieza literaria, parecerán, ante los ojos del lector, recién bajados de un ovni… Como el noruego con casco vikingo (turista, claro), asaltado por una caterva de bronceados marroquíes que venden cerveza en la playa. Aunque el lector sigue con angustia la evolución (por llamarle de algún modo) en la tramitología de Eusebio, cocinero venezolano que busca acreditar la nacionalidad española de su hija recién nacida, «Como pez en el agua» es más una crónica sobre la desesperación de los migrantes por recuperar sus elementales derechos humanos, en un mundo habitable a pesar de sí mismo.
Eve Gil
(justa.com.mx)
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- LA SENDA DE DAVID
- COMO PEZ FUERA DEL AGUA
- BIOGRAFÍA
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- BONUS
- UNA MUERTE ENSOÑADA
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