El suicidio es la enfermedad común en la mayor urbe del planeta, Kathlas, centro financiero y febril del futuro, destino de soñadores que en lugar de cumplir sus propósitos terminan muriendo. Un espacio insalubre donde sus pobladores se homogeinizan con mascarillas que ocultan sus rostros y sus desesperanzas de vida. Para evitar los suicidios, la ciudad se organiza según unas férreas medidas de seguridad que ahogan el día a día. Sólo el metro ofrece a los suicidas una posibilidad de morir. Y allí, donde el suicidio es plaga, un Ministerio se dedica exclusivamente a recuperar a suicidas fallidos. La doctora Águeda Salvaterra investiga las causas tras años dedicados a la atención de suicidas. El director del Ministerio le pide que estrene nuevos instrumentos médicos con los que se espera acabar con la pandemia. Un reincidente, sobre el que pesa la sospecha de potenciar suicidios, y un niño, nieto del director, serán los primeros en experimentar los nuevos métodos. La doctora, que dejó la recuperación de suicidas por los continuos fracasos, se ve obligada a internarse en el centro para volver a ejercer de ángel cuidador, veladora de sus vidas y observadora de sus almas. La estrecha relación que fragua con el niño suicida devolverá a la doctora la confianza en su trabajo, pero a su vez, ser ángel de un suicida que incita el suicidio de otros, le provocará muchos problemas éticos. Una historia de enfermos que curan y curadores que enferman en la volátil frontera entre salud y enfermedad. Sobre la belleza de la vida y la primicia de la existencia que pretende recuperar las ansias de vivir, incluso del lector.
- LA CIUDAD QUE ROMPE SUEÑOS
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- Agradecimientos
- CAPÍTULO UNO
- CAPÍTULO DOS
- CAPÍTULO TRES
- CAPÍTULO CUATRO
- CAPÍTULO CINCO
- CAPÍTULO SEIS
- CAPÍTULO SIETE
- CAPÍTULO OCHO
- CAPÍTULO NUEVE
- CAPÍTULO DIEZ
- CAPÍTULO ONCE
- CAPÍTULO DOCE
- CAPÍTULO TRECE
- BIOGRAFÍA
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