Las aldabas resonaron y se abrieron las puertas de palacio. ¡Su Majestad el rey! La reina estaba apostada en un recodo junto a un ventanal gótico, abierto a la intemperie, donde la luna apenas llegaba a entibiar con sus rayos. Ella daba la espalda, y sintió como pesadas mazas de acero a cada aldabonazo tras de sí. Era una llamada mortuoria, la sintió como se siente a la misma muerte. El rey de las Españas era escoltado a través de la Cámara de presencia por el Camarero Mayor, era una fúnebre comitiva, vestía de bruno, con jubones y gregüescos acuchillados, calzas y zapatos negros. Es un ogro, su prometida espera. ?Ahí surge, amarga como la miel de Sinope[1]. Majestad, debéis presentaros con franqueza, es esencial para el futuro y la salvaguarda de vuestra causa ?le persuadió al oído su embajador don Cristóbal.
- DRAMATIS PERSONÆ
- CAPÍTULO I LA ROSA INGLESA
- CAPÍTULO II LA ROSA Y EL REY
- CAPÍTULO III EL AZOTE DEL DIABLO
- CAPÍTULO IV EL HURÓN Y LA ROSA
- CAPÍTULO V LA ABOMINACIÓN Y LA ROSA
- CAPÍTULO VI LA ABOMINACIÓN Y EL TRAIDOR
- CAPÍTULO VII EL TRAIDOR Y LA NOCHE
- CAPÍTULO VIII LAS PUERTAS DEL TERROR
- CAPÍTULO IX EL DIABLO Y LA ROSA
- CAPÍTULO X EL DIABLO
- CAPÍTULO XI EL RUFIÁN Y LA ROSA
- CAPÍTULO XII LA ROSA Y EL RUFIÁN
- CAPÍTULO XIII EL ADIÓS DEL RUFIÁN
- CAPÍTULO XIV EL REY
- CAPÍTULO XV EL RUFIÁN Y EL INFIERNO
- CAPÍTULO XVI EL INFIERNO
- CAPÍTULO XVII EL DEMONIO Y EL RUFIÁN
- CAPÍTULO XVIII EL RUFIÁN Y EL DEMONIO
- CAPÍTULO XIX LA IRA DEL REY
- CAPÍTULO XX EL REY Y LA IRA
- CAPÍTULO XXI EL DEMONIO Y LA ROSA
- CAPÍTULO XXII EL DEMONIO Y LA NOCHE
- CAPÍTULO XXIII EL DEMONIO A LAS PUERTAS
- CAPÍTULO XXIV LA INVASIÓN
- CAPÍTULO XXV EL BOTÍN DEL DIABLO
- CAPÍTULO XXVI LA ROSA ESPAÑOLA
- CAPÍTULO XXVII LA ROSA Y EL DEMONIO
- NOTAS