¿Habría encontrado por fin un lugar al que llamar hogar?
Hank Davis se había pasado la vida yendo de un sitio a otro, jamás se había planteado echar raíces. Por eso sabía que su estancia en Kansas sería temporal. Pero entonces conoció a la asesora de imagen Lizzie Edwards, que en dos semanas consiguió convertir a aquel duro obrero en un verdadero director de empresa. Pero fue su encantadora personalidad, y la de su preciosa hija de cuatro años, lo que cautivó el corazón de Hank. El problema era que no sabía cómo prometerle algo a Lizzie porque jamás había hecho nada parecido. Cuando de pronto recibió un inesperado legado, se planteó si podría dejar que esas dos damas entraran en sus vidas...