Brie Dudley llevaba años luchando para conseguir que la identidad del padre de su hija siguiera siendo un secreto. Hasta que el rico y poderoso Drew Pierce regresó a Moriah’s Landing y, con un solo vistazo, descubrió lo que nadie en la ciudad había sido capaz de ver: aquella niña tenía sus mismos ojos. Algo dentro de él lo obligó a afrontar sus responsabilidades con madre e hija...
Brie había soñado muchas veces poder casarse con Drew, pero habría deseado hacerlo por amor y no por necesidad. La noticia de que él era el padre de la pequeña les había granjeado un mortal enemigo...