El tiempo, el humo, el pasado, confirma la voz juvenil y acendrada de un viejo poeta, Joaquín Gurruchaga, vasco de San Sebastián nacido en 1910. Su primer libro, Últimos poemas (Calambur, 1995) señalaba la revelación de un poeta hasta ese momento desconocido, pese a la labor silenciosa de toda una vida. Es precisa mucha sabiduría, decantada por el tiempo y la vigilia constante de los sentidos y la memoria, para llegar al frescor y transparencia del presente libro, en el que el poeta reafirma su concepto del poema como delgada sombra de la vida. Narrativo y lírico, realista y fantasmagórico, el poeta insiste en su monólogo íntimo y vehemente, poblado de recuerdos y presencias: guerras, periódicos, calles, rostros, nubes o silencio. Las anécdotas de lo cotidiano, en las que el lector se reconoce, exhalan de pronto un aroma secreto: el de la vida y la muerte, el del amor, el de la existencia, el de la misma poesía como expresión trágica y sosegada. Joaquín Gurruchaga elige una poesía de la experiencia trascendida, surgida del azar con "palabras que han abierto los ojos, / palabras que han nacido, / que se han despertado de repente".
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- [Índice]
- 1 El tiempo, el humo, el pasado
- I. Viene mi padre
- II. Observo tu vuelo
- III. Si las palabras
- IV. Quiero cantar ahora en este tiempo mío
- V. No quisiera
- VI. Nos acercamos
- VII. Tiene que ser así
- VIII. Quiero volver a vivir ese aire
- IX. No ha sido culpa mía
- X. Pero ahora
- XI. Hace frío. El tiempo es gris
- XII. Nadie conoce
- XIII. Si escribo ahora
- XIV. Deprisa
- XV. Habíamos pasado un día en el campo
- XVI. Veo un caballo blanco
- XVII. Con el ojo en la sien intensamente blanco
- XVIII. La palabra es una fuerza tremenda
- XIX. Aquí está mi martillo
- XX. Playas en invierno
- XXI. Hoy
- XXII. Quiero que viva
- XXIII. Ahora estoy solo: se fue o me fui
- XXIV. Quisiera preguntar
- XXV. Lentamente va muriendo el año
- XXVI. Llueve en la calle
- XXVII. En un día de junio
- XXVIII. Yo no sé donde estás
- XXIX. El viejo tranvía
- XXX. Y el poema
- XXXI. Oigo pasos
- XXXII. Llega un momento en que todo...
- XXXIII. La casa es alegre
- XXXIV. Pasos, voces
- XXXV. No se oye nada
- XXXVI. Hace muchos años
- XXXVII. Veo una sábana blanca
- XXXVIII. Hasta el año que viene
- XXXIX. Aquel tiempo ya no existe
- XL. Ante el río que pasa
- XLI. Llega el velero
- XLII. ¿Por qué no has aclarado
- XLIII. No sé lo que significan las palabras
- XLIV. Las palabras finales
- XLV. La empleada del Banco
- XLVI. No sé si al ponerse el sol
- XLVII. Pensar es un equilibrio
- XLVIII. Como colegiales de dos en dos
- XLIX. Llamo a las palabras, las busco,
- L. Paseo por una ciudad de centroeuropa
- LI. 1914
- LII. La conciencia no es un armario lleno...
- LIII. El reloj es un demente callado
- LIV. ¿Qué te puedo decir
- LV. Sube como un humo blanco
- LVI. Vivo un día de 1914
- LVII. El tiempo, de pronto
- LVIII. Disciplina severa, ojos oscuros
- LIX. Presionar las palabras
- LX. Libertad, libertad inventada por el hombre
- LXI. Al llegar el barco al puerto
- LXII. Leo una oda de Pessoa, una oda triunfal
- LXIII. 1917. Atardece
- LXIV. Este pequeño árbol seco y triste
- LXV. Las palabras están quietas
- LXVI. Estoy en mi mesa
- LXVII. Como un caballo gris entre palabras
- LXVIII. 1910
- LXIX. 1912
- LXX. Es el rumor de un tren
- LXXI. Grandes bandadas de pájaros
- LXXII. El barco ha terminado
- LXXIII. Las ventanas abiertas
- LXXIV. Como unas maderas ocultas
- LXXV. ¿Por qué me preguntas
- LXXVI. No sé lo que ha pasado
- LXXVII. Las luces no se encienden todavía
- LXXVIII. Un restaurant gris, casi sin ruidos
- LXXIX. Tan fuerte era el deseo de expresarme
- LXXX. Adiós
- LXXXI. No conozco la fuerza de la vida
- LXXXII. Dejar que la emoción
- LXXXIII. Hay palabras encerradas
- LXXXIV. El interior de un cuarto confortable
- LXXXV. Su cara sonreía
- LXXXVI. Al salir del teatro
- LXXXVII. ¡Han pasado tantos años!
- LXXXVIII. En Pau, en el Palais d'Hiver
- LXXXIX. Las noticias del día, el temor de una guerra
- XC. Palabras. Discursos
- XCI. Va naciendo un horizonte en el espíritu
- XCII. Sin palabras alimentadas demasiado
- XCIII. Palabras que vienen como peces oscuros
- XCIV. La nieve cae. Rusia
- XCV. Ayer por la mañana volvía de paseo
- XCVI. Acostumbrarme a nueve sílabas
- XCVII. No pasa nada en este día gris
- XCVIII. No sabía nada. No sabía quién era
- XCIX. Tiemblan estrellas sobre nuestra casa
- 2 El suave aire del mar en todas partes
- I. ¿Un Pierrot bailando
- II. Pero sí quiero hablar
- III. Voces de niños en la casa
- IV. Al violín
- V. Todo es ritmo
- VI. Sentir una palabra
- VII. La silla está a la izquierda
- VIII. Nadie en casa
- IX. Una mesa, un mantel verde
- X. Palabras como relámpagos lejanos
- XI. Una mañana de manzanas verdes
- XII. Estaré aquí
- XIII. Las ventanas me llaman
- XIV. No es una obra de Chejov
- XV. ¿Adónde vas?
- XVI. Voces que no se oyen
- XVII. El silbido del viento
- XVIII. De pronto
- XIX. Tampoco el que contempla
- XX. Pájaro de la vida
- XXI. Dentro de mí
- XXII. A veces
- XXIII. ¿Por qué eres tan feliz?
- XXIV. Descubrir lo que somos viviendo
- XXV. Un ser
- XXVI. Ojos grises que piensan
- XXVII. Tu cuerpo de repente
- XXVIII. Subo al monte
- XXIX. Paraguas que pasan
- XXX. Este momento
- XXXI. El azul se esconde
- XXXII. Todo lo que veo es para mí
- XXXIII. Dilo más alto
- XXXIV. Vienes en bicicleta de noche
- XXXV. Abrigo azul de invierno
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