Ni siquiera adolescente, en uno de mis primeros viajes a El Pájaro o YOSÜRU como lo llaman los Wayúu, pequeña población al norte de Riohacha de donde proviene buena parte de mi familia paterna, acopié memorias de lo que mis ancestros sembraban en mi conciencia: El pasado de la familia en la vida de las generaciones por venir es inevitable, por lo que hay que conocerlo, saborearlo, quererlo. El encanto de la sencillez, el diálogo abierto, la vida sin fronteras
de un mar abierto y el aliento de la hospitalidad para con alguien de sus entrañas que recibí desde esa visita, adquieren mayor significado ahora con los años que distancian y resaltan los hechos esenciales, y las experiencias para entender de verdad lo que me quería decir la abuela Meyo.
Alzaba los brazos para hablar y subía la mirada hacia el cielo con una convicción que impactaba. Así era mi abuela.
Sus narraciones, sin duda para inculcar la confianza en la familia y la fe en Dios, traían cada día un encanto nuevo a mis oídos de niño, y me hacían sorprenderme de la trascendencia que tenía para su vida diaria. La gran mayoría de cuantos allegados por sangre Epínayu mencionaba, parecían haber sido mis congéneres, aun cuando muchos de ellos ya hubiesen muerto o me demorara varias décadas en conocerlos de verdad y saludarlos con el entusiasmo de saber sobre ellos tantas historias, como si hubiera vivido en sus mismas casas, en todas al mismo tiempo y en distintos momentos.
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- Índice
- Prefacio
- Capítulo I. Liinchon
- Capítulo II. Devoción
- Capítulo III. Tayón
- Capítulo IV. Tío balín
- Capítulo V. El mal
- Capítulo VI. Wanülüü
- Capítulo VII. La outtsu
- Capítulo VIII. Mar
- Capítulo IX. Kaujútpuna
- Capítulo X. Kashi
- Capítulo XI. Ounájaua
- Glosario de Términos Wayuunaiki
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