Este diario titánico y minucioso sirvió para, entre otras cosas, leer algunas de las claves de la llamada Restauración inglesa. En él, Samuel Pepys comentaba eventos sociales, cuestiones literarias, criticaba a los políticos de la época y, sobre todo, desvelaba sin pudor toda suerte de intimidades: infidelidades, celos, dudas, la tormentosa relación con su esposa Elisabeth… Al mismo tiempo, el registro de sus entradas diarias fueron esenciales para conocer los sucesos de su tiempo: desde la gran peste bubónica de 1665, que mató a cien mil londinenses —el 28 % de la población—, hasta la guerra contra Holanda, pasando por el gran incendio de Londres de 1666.
- La alegría del exceso
- Vino del Rin y una taza de té chino
- Botarga, pan, mantequilla y luz de luna
- Ostras hervidas y un par de carpas guisadas
- Anguilas, patos y pastel de carne
- Una empanada para un velatorio y una buena asadura de cerdo
- El almuerzo más mísero, mezquino y grosero
- Impedir que se pierda el parmesano
- Una panzada de leche y la mejor tarta de queso
- La cuajada y el requesón no evitan la indigestión
- Alabanzas de una salsa para carne, pollo o pescado
- Promoción
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