La masonería, que comenzó como una agrupación de gremios en la Europa medieval, tuvo que sortear los muchos escollos que las religiones y los gobiernos pusieron en su camino, por el único delito de ser completamente independientes. Quizás precisamente ese ambiente hostil evitó su desaparición, pero sin duda reforzó el halo de misterio que siempre le ha rodeado.